Mensaje por el 4.º Aniversario de la Plataforma de Acción Laudato Si’ Roma, 20 de noviembre de 2025
Posted November 25, 2025
Este mensaje fue pronunciado por el P. Patricio Sarlat durante la 4.ª Celebración Anual de la Plataforma de Acción Laudato Si’ el día 20 de noviembre de 2025. Para ver la grabación completa de la celebración, haga clic aquí.
El P. Patricio es sacerdote diocesano de Yucatán, México, y actualmente sirve como Oficial de Investigación y Reflexión en Ecología Integral del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. A lo largo de su ministerio, ha asumido importantes responsabilidades en la misión social de la Iglesia, incluyendo su servicio como coordinador diocesano de pastoral social, secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, director nacional de Cáritas Mexicana y coordinador de Cáritas CAMEX, acompañando a la región del Caribe y México.
Es también miembro fundador de la Red Eclesial Ecológica Mesoamericana (REMAM) y ha sido una voz importante en la incidencia climática global a través de Cáritas Internationalis en diversas conferencias climáticas de la ONU (COP).
Estamos profundamente agradecidos por su presencia, su testimonio y su liderazgo al servicio de la Iglesia global.
Queridos hermanos y hermanas,
muy buenas tardes —o buenos días, según el lugar desde el cual se conectan—.
En nombre del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, es para mí una verdadera alegría saludarles y unirme a esta celebración del cuarto aniversario de la Plataforma de Acción Laudato Si’.
Hoy, mientras nos reunimos en este webinar global, resuena todavía en nuestros corazones la catequesis que ayer en la mañana, el Santo Padre —el Papa León— ha ofrecido durante la Audiencia General. En ella, nos ha recordado con fuerza que la conversión ecológica no es una opción secundaria ni un adorno espiritual, sino un camino de fe que brota del encuentro con Cristo resucitado y se expresa en un estilo de vida marcado por la sobriedad, la gratitud, la justicia y el cuidado.
Como él mismo señaló, es un camino que comienza en lo pequeño, en lo cotidiano, pero que transforma profundamente a las personas, a las comunidades y a las instituciones. Por eso hoy queremos felicitarles y animarles. Ustedes, que se han inscrito y han decidido ponerse en camino como parte de esta Plataforma, están respondiendo con generosidad a ese llamado.
Cada uno y cada una de ustedes —familias, parroquias, diócesis, congregaciones religiosas, escuelas, universidades, organizaciones de salud, empresas, movimientos sociales y comunidades enteras— están encarnando un paso concreto en esta conversión ecológica integral que la Iglesia propone con esperanza.
Cuando hace cuatro años se lanzó la Plataforma de Acción Laudato Si’, se hizo con un sueño grande: que la encíclica no quedara simplemente en palabras inspiradoras, sino que se convirtiera en procesos reales, comprometidos, verificables y transformadores.
Ustedes son parte viva de ese sueño. Hoy damos gracias por los miles de proyectos, pequeños y grandes, que están germinando en los rincones más diversos del planeta.
Desde huertos comunitarios hasta programas de energías renovables; desde itinerarios formativos y celebrativos hasta proyectos de resiliencia ante el cambio climático; desde iniciativas pastorales que enseñan a amar la creación hasta redes de solidaridad con los más vulnerables, quienes sufren de modo desproporcionado la crisis ambiental.
¡Todo esto es Laudato Si’ hecho vida!
Pero también sabemos que una verdadera conversión no termina nunca.
El Papa León nos lo recordó ayer: convertirse es siempre comenzar de nuevo.
Es escuchar de nuevo el clamor de la tierra y el clamor de los pobres; es dejar que el Espíritu Santo toque lo más profundo de nuestro corazón para transformar nuestra mirada, nuestros hábitos, nuestras relaciones, nuestras estructuras.
Este camino no se recorre en soledad: se recorre en comunidad, como pueblo de Dios, con la certeza de que cada pequeño gesto cuenta, y que la suma de muchas fidelidades humildes puede cambiar la historia. Por eso, en este aniversario queremos invitarles a renovar su entusiasmo.
Los desafíos ambientales y sociales que enfrenta nuestra casa común son grandes, y a veces pueden parecer abrumadores. Pero la esperanza cristiana no se fundamenta en nuestras fuerzas, sino en la certeza de que Dios sigue actuando, sigue creando, sigue sosteniendo nuestra misión.
Cada uno de nosotros está llamado a ser instrumento de esa esperanza en su propio contexto. Y la Plataforma de Acción Laudato Si’ es precisamente un lugar de encuentro, de aprendizaje mutuo, de acompañamiento y de discernimiento, para que podamos ayudarnos unos a otros a perseverar en este camino con creatividad y valentía.
Permítanme agradecer de manera especial a quienes coordinan, facilitan, organizan y acompañan estos procesos en todos los niveles:
a los animadores Laudato Si’, a los equipos diocesanos y parroquiales, a los responsables de instituciones educativas y de salud, a los líderes comunitarios y a los numerosos voluntarios que sostienen esta red con su tiempo y su dedicación.
Gracias por no cansarse, por creer que otro mundo es posible y que una Iglesia más coherente, más sencilla y cercana puede ser un signo profético en el mundo.
Queridos amigos, el Evangelio nos enseña que la creación entera gime esperando la manifestación de los hijos de Dios.
Hoy, al celebrar estos cuatro años, recordamos que nuestra respuesta no es teórica: es un acto de amor. El amor a Dios que nos ha creado y nos ha confiado su obra; el amor a nuestros hermanos y hermanas, especialmente a los más frágiles; y el amor a las futuras generaciones, que merecen heredar una tierra habitable, bella y fecunda.
Que esta celebración renueve nuestra convicción y nuestra alegría.
Sigamos caminando juntos, con los ojos puestos en el Señor, con los pies en la tierra y con el corazón dispuesto a escuchar su voz que nos llama a custodiar la vida en todas sus formas.
Que María, Madre y Reina de la creación, nos acompañe y nos enseñe a cuidar con ternura lo que el Padre nos ha dado.
En nombre del Dicasterio, gracias por su compromiso, gracias por su testimonio,
y ¡feliz cuarto aniversario para todos ustedes!