El 25 de enero de cada año celebramos la fiesta de la conversión de San Pablo, uno de los ejemplos más brillantes en todo el cristianismo de la misericordia divina de Dios en acción a través de una conversión personal.
A lo largo de la historia de la humanidad, Dios se ha servido de las conversiones personales de muchas maneras increíbles que han cambiado el mundo, a veces a través de las personas y circunstancias más inesperadas.
“Dios se ha servido de las conversiones personales de maneras increíbles y que han cambiado el mundo, a veces a través de las personas y circunstancias más inesperadas”.
Ése es ciertamente el caso de San Pablo, un vehemente perseguidor cristiano convertido en apóstol.
Pablo, entonces llamado Saulo, iba camino de reunir en Damasco a todos los judíos que confesaran a Jesús como Señor y llevarlos atados a Jerusalén. Casi al final de su viaje, fue rodeado por una gran luz del cielo, cayó al suelo y oyó la voz de Cristo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. (Hechos 9:4)
A pesar de todo el daño que había hecho anteriormente a los seguidores de Cristo, Saulo escuchó, fue bautizado por Ananías y se convirtió a una nueva vida como apóstol de nuestro Señor Jesús.
La conversión ecológica necesaria para un cambio duradero
Como cristianos, ya hemos entregado nuestras vidas a Cristo. Pero hay otra conversión que puede llevarnos a un profundo renacimiento espiritual. Una en la que nuestro compromiso con Jesús se haga evidente en nuestra relación con el mundo que nos rodea.
En Laudato Si’, el Papa Francisco utiliza la palabra “conversión” trece veces, sobre todo en nuestra necesidad de una “conversión ecológica” para lograr un cambio duradero.
“Al desarrollar las capacidades individuales que Dios nos ha dado, una conversión ecológica puede inspirarnos una mayor creatividad y entusiasmo para resolver los problemas del mundo y para ofrecernos a Dios ‘como sacrificio vivo, santo y agradable’ (Rom 12,1). (LS 220)
“Al desarrollar las capacidades individuales que Dios nos ha dado, una conversión ecológica puede inspirarnos una mayor creatividad y entusiasmo para resolver los problemas del mundo”.
Los siete Objetivos de Laudato Si’ nos orientan sobre las acciones urgentes e inmediatas que cada uno de nosotros puede emprender en el cuidado de nuestra casa común, conduciéndonos a la conversión ecológica a la que nos llama el Papa Francisco en su encíclica.
Esbozar en tu Plan Laudato Si’ tus pasos concretos para ayudar a proteger y mejorar nuestro mundo revela un esfuerzo sincero y manifiesto hacia el logro de la reconciliación con la creación.
“Esbozar en tu Plan Laudato Si’ tus pasos concretos para ayudar a proteger y mejorar nuestro mundo revela un esfuerzo sincero y manifiesto para lograr la reconciliación con la creación.”
“Para lograr dicha reconciliación, debemos examinar nuestras vidas y reconocer las formas en que hemos dañado la creación de Dios a través de nuestras acciones y nuestra falta de acción.” (LS 218)
Tu conversión ecológica puede comenzar hoy. Junto con tu vida comprometida con Cristo, puedes ayudar a preparar un futuro mejor, y defender la justicia, la paz, el amor y la belleza en todo el mundo.
Amén.